jueves, noviembre 16, 2006

Se llamaba como tu

Se llamaba como tú, aun que eso no importa.

Discutíamos constantemente acerca de poesía, otras tantas veces yo le hablaba de política exterior, él sólo me miraba y sonreía, lo cual delataba su total ignorancia, sin embargo sabía que me prestaba atención, pues en nuestras noches sociales, lo encontraba repitiendo mis discursos frente a sus compañeros de trabajo, eso me causaba risa, era como un lindo hombre-perico, no sabía lo que significaban la mitad de sus palabras y sin embargo, ahí estaba, parloteando.

Se llamaba como tú, y lo quise mucho.

A veces juzgaba mis escritos mientras me coqueteaba con la mirada sobre ellos, otras tantas tocaba románticas tonadas con su guitarra en la sala por la mañana, mientras fumaba un habano como desayuno. Una vez me regaló un conejo, que se llamó también, como tú, pero murió a los 10 días, me mintió diciendo que había escapado.

A veces jugábamos ajedrez, damas chinas, pero preferíamos obviamente jugar Black Jack... Con prendas. Hacíamos el amor constantemente, en la sala, en la cocina, en la lavandería, en la regadera y en ocasiones hasta en la cama.

Me llenaba de chocolates y yo a él de besos, le cocinaba comida china y él me llevaba a bailar, me mostró el cine comercial estadounidense y yo a él el cine de arte francés, pero ambos quedamos decepcionados.

Poco a poco caímos en la rutina, de pronto dejó de juzgar mis obras, su guitarra se llenó de polvo, sus habanos se quedaron para los invitados, yo por mi parte, no comí mas chocolates y en vez de cocinar, comencé a comprar la comida china, para cuando me di cuenta cada quien iba al cine por su lado, y una noche pasó que cenando rompí en llanto, me levanté de la mesa y corrí a lavarme la cara, él llegó, me abrazó, sabía que venía lo peor: “Temo que debo irme” levantó mi rostro y besó mis labios, quise decirle que no, pero no hay que retardar lo inevitable, sólo lo acompañé al cuarto y vi como poco a poco se vaciaba el closet, cuando terminó me miró y ambos suspiramos, no dijimos nada, ese fue nuestro adiós, algo patético.

Esa noche dormiría sola. Por primera vez en dos años, me sentiría rara, lo sabía.

Tomé una copa con champagne y me metí en la tina de baño, y seguí llorando, se llamaba como tú y como tú se fue, se llamaba como tú y me dejó sola, otra vez sola.

No lloraba por él, sino por mi suerte, dos tipos con el mismo nombre me habían dejado igual.

Pero sucedió un milagro, esa noche me llamaste, te enteraste de que él ya no estaba más, de que quien se llamaba como tú se había ido y llegaste con tus cosas, eras un inquilino nuevo.

Nos acostamos, no me tocaste más que para acariciar mi rostro en la noche y confesarme que cada vez que te hablaba de él ardías en celos, confesando también que nunca me lo dijiste por que no querías engrandecer mi ego, tu no te diste cuenta pero yo fingía dormir, y deduje que todo lo que buscaba no era alguien con tu nombre, lo que estaba buscando era a tí.

Se llamaba como tú y el muy imbécil creyó que te olvidaría. Estuvimos viviendo en un sueño, y tal vez quien se llamaba como tú, se fue por que se iba a convertir en pesadilla.

espero que lo disfruten.

1 comentario:

g£©kø dijo...

Tambien busque amores en cuerpos parecidos al primero, en niñas de ojos grandes y princesas en castillos esperando a ser rescatadas, sin embargo siempre que rescataba a mi princesa, despues de cabalgar un tiempo, de hacer el amor y besarnos el rostro, me despedia con un abrazo, porque no era mi dulce princesa, si no, una niña que no debi de tocar. Ahora despues de algunos años, mi princesa regresa a su catillo, y vuelvo a verla desde mi corcel, encaminando hacia ella para su pronto rescate, porque al fin estamos juntos de nuevo...